Esquinas

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Tus labios no tienen esquinas.

Tienen montes y valles, curvas y llanuras.

Guardan lluvia y destierran la cordura.  Desbordan misterio sin guardar secretos.

Cuentan historias.  De esas que en el tiempo van desafiando derrotas, que se levantan en victorias de batallas libradas, de deseos encontrados, de sueños desvelados.

No guardan oscuridad.  Recorren caminos ya transitados desde ya despertando anhelos olvidados.

Tus labios no tienen esquinas.

No existen espacios donde pueda disfrazarse la verdad.

Tus labios destilan certezas, respiran libertad.

Reflexión, A Propósito de Irma y María

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No todos tenemos el privilegio de vivir en una casa de concreto, en una calle asfaltada, por donde no pasa una cañada, alejados del río, lejos de la costa. Es probable que muchos entiendan, incluso por razones geográficas, que prepararse para la llegada de María no es necesario, porque, además, Irma ni siquiera pasó por aquí.

Nunca entenderé la decepción de algunos porque un huracán desvió su ruta, de hecho, yo rezo para eso, para que se desvíe, para que no pase; sin embargo, me preparo. No voy a poner candado después que me roben y, además, no me pesa. Quizás la preparación para mí y muchos de mis amigos, sea ir al súper y comprar par de latas de algo, y pedir tres botellones de agua. Pero para muchos, especialmente a las zonas costeras de la zona norte-este, los que viven cercanos a ríos y cañadas, los que tienen casas que se las lleva un soplo, para ellos esta situación es preocupante, y la preparación incluso significaría dejar sus casas y sus cosas y quizás incluso perderlas. Esta preocupación debe ser de todos, como sociedad, como pueblo.

Recuerdo cuando George que nos acostamos con la Información que el huracán no pasaría por aquí y nos despertamos ese miércoles con el ciclón encima.

Entonces me apena y me prende la ligereza, y agrego también irresponsabilidad, con las que algunos descalifican y catalogan de innecesarias las precauciones que otros están tomando, y critican las medidas de los organismos oficiales, de rescate y de gobierno. Irónicamente justamente como lo hicieron con George, donde la queja era que nadie se preparó porque nadie los alertó.

Si usted por algún motivo entiende que no es necesario ser precavido, quizás sería también conveniente que no ande desinformando a las personas.

Mientras espero con mi casa lista, por si acaso, y orando para que ese “acaso” nunca suceda, monitoreo las noticas, y espero que salgamos bien de esto, todos, sin importar si usted fue al supermercado o no.

Porque como quiera es malo dominicanos, como quiera es malo.

 

La Vida No Te Debe Nada

Originalmente sería un post en FB. Pero lo encontré muy largo, así que lo dejo por aquí.

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La vida no te debe nada.

Tus padres no te deben nada.

Tus amigos no te deben nada.

El universo no te debe nada.

Nadie va a venir a decirte “mira, aquí están los $$$$, que NO ahorraste, están en tu cuenta”.  Tampoco vendrá esa promoción, porque entiendes que tienes derecho a recibir las cosas por las que otros obviamente sí se han esforzado.  Si no mueves ese fundillo y comienzas a trabajar para lograr lo que te propones, estás condenado a quedarte en el mismo lugar, mirando desde atrás las espaldas de aquellos que van, de acuerdo a tu percepción, “con ventajas”.  No podrás recibir amor donde no lo siembras.  No podrás esperar empatía cuando no la sientes.

Ninguna entidad cósmica vendrá a llenarnos de la abundancia de lo que nos creemos en derecho de merecer; cuando no hemos hecho nada para ello.  Recibimos lo que damos, no se siembran limones para cosechar piñas.  Sería bueno recordar siempre que el rastro que dejemos por la vida debería ser uno bonito, de cariños, de nostalgias de momentos únicos, de provecho, que no sea canalla; porque quién a hierro mata no puede pretender morir a sombrerazos.

Hasta que no dejemos esa actitud de incomprendidos, dejemos de pintarnos como víctimas del infortunio, quejarnos con cualquier oyente dispuesto de la mala suerte del destino, de envidar la “buena leche” de los demás, esos que sí han asumido la responsabilidad de sus vidas, en las buenas y en las malas; hasta que entendamos que aparte de algunos factores externos la responsabilidad de la dirección de nuestro camino es enteramente propia, seguiremos echándole la culpa de todo a los demás.  Es más fácil, nos exonera de tener que vernos al espejo y ver un reflejo que no nos gusta.  Pero, sobre todo, nos permite quedarnos en la comodidad de una “injusticia” que es, obviamente, muy injusta; y eso es bastante conveniente.

Mientras nos evadimos, el mundo alrededor sigue floreciendo, las cosas buenas siguen pasando, las malas también.  Y probablemente llegue un momento en que nuestro alrededor se canse de escuchar las quejas eternas de la “mala suerte” producto de las cosas que simplemente no tenemos deseos de cambiar, porque todavía no hemos entendido que…

…El universo no te debe nada.

Tus amigos no te deben nada.

Tus padres no te deben nada.

La vida no te debe nada.

Día Internacional de la Mujer

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No es que yo sea hater, que quiera llevar la contraria, que sea izquierdista, machista, que no valore el género, que crea que somos menos, no. El tema mío con la felicitadera un día como hoy es que usted agarra a cualquiera de los hombres que les ha felicitado y le pregunta el porqué de la felicitación y no va a saber en realidad qué se conmemora hoy o por qué la está felicitando.

A mi entender esto es una muestra de que a pesar de todo el camino transcurrido todavía existe una falta de conocimiento de las luchas de las mujeres generación tras generación, un no-reconocimiento de nuestros derechos. Y hasta puede notarse un dejo de condescendencia de parte de algunos. Básicamente le dirán que la felicitan por ser mujer, lo más lindo sobre la tierra (lo que es cierto, pero eso es otro tema), o sea, que en esencia nos están felicitando y dándonos un día por tener popona.

Esta mañana escuchaba en las efemérides por radio que hoy se celebra un año más del reconocimiento de la “capacidad intelectual de la mujer para votar”. Aparentemente hace 80 años no teníamos cerebro.

Entonces no, prefiero la no-felicitación y esperar el respeto y el reconocimiento de equidad de genero.

Prefiero que el día que quiera salir con el escote hasta el ombligo no sea juzgada por eso, y el día que decida no hacerlo, tampoco.

Prefiero que cuando aplique a un puesto de trabajo el salario ofertado sea igual o mayor que el de los demás concursantes masculinos.

Prefiero que no me levantes la mano, que no me levantes la voz. Que no me marques el cuerpo y el alma con abusos.

Prefiero que en una entrevista no me pregunten si estoy casada, si tengo hijos o si pienso tenerlos en un futuro cercano, porque las mujeres con hijos piden muchos permisos y hay que darles licencia de maternidad.

Prefiero que no te sientas en el derecho de vocearme “piropos” en la calle, que entiendas que eso no es un halago, es una agresión, es acoso.

Prefiero que no me ordenes la comida a menos que te lo pida. Yo sé lo que deseo comer, yo tengo mis gustos, yo sé que quiero. Y el día que no sepa, que me dejes ser.

Prefiero que el largo de mi falda no sea permiso automático para descartarme e irrespetarme.

Prefiero que no mutilen mi cuerpo, que termine la violencia sin sentido que viven día a días mujeres en naciones cuyas costumbres y leyes no entendemos, a quienes intentan quitarles su dignidad a diario, y cuya fuerza las mantiene vivas.

Pero más que todo eso, prefiero que entiendan que cada mujer lleva su lucha individual, interna, externa, que los demás saben, que los otros ignoran, pero una lucha que inició al nacer y no terminará al morir. Una lucha que seguirá la generación que viene detrás, con deseos fervientes de que llegue el momento en el que la igualdad, el respeto y los derechos nos sean totalmente reconocidos; de manera que no haya sentido en celebrar este día, de manera que sobren las “felicitaciones”. Porque todas desde nuestro lugar, posición y circunstancias, somos valiosas, somos guerreras y somos unas maRditas duras.

 

Me dejas?

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-¿Me dejas mostrarte el mundo?

-Sólo si me besas hasta la inconsciencia.

Y así fue.

Vio el mundo a través de sus ojos.

Y vivió las noches enredada en sus brazos.

Y todo fue eterno y todo fue efímero.

Solía pensar que eran amantes a destiempo. Maldecidos sólo para coincidir en sus desencuentros.  Y en esos breves momentos todo era hermoso, todo era perfecto, hasta que todo se consumía en fuego… Para luego comenzar de nuevo.

-¿Me dejas mostrarte el mundo?

Las Mujeres somos e’r Diablo.

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La verdad es que nosotras como mujeres somos un género del carajo.

El otro día escuchaba un cuento donde una mujer no había ido a dormir a su casa y el marido llamó a sus amigas y nadie supo decirle donde estaba. A los pocos días el marido no va a dormir a la casa y la esposa llama a sus amigos, tres de ellos le dijeron que había amanecido ahí pero ya se había ido y uno le dijo que el pana todavía estaba allá durmiendo.

No estoy hablando de la facilidad para meter cuentos, sino de la lealtad, y esto me puso a pensar en ello.

Somos duras con nuestro mismo género. Nos juzgamos desde el largo de la falda hasta las decisiones de vida, nos descartamos, nos minimizamos, nos atacamos, en algunos casos intentamos jodernos de una u otra forma las unas a las otras. Sin ponerle el sombrero a nadie y por eso lo escribo en sentido general. Claro, con la anotación para que no me caigan encima, de que no todas somos iguales.

Una vez escuché a una mujer, y me lo encontré tan descabellado porque es una buena amiga, decir que aquella a la que un hombre le dé golpes, debería de darle más duro la próxima vez para “que aprenda”, porque si ella sigue con él se lo merece. Al entrar en disputa sobre el tema, porque a mi entender estaba relajando, me percaté que no, que realmente éste era su pensamiento. En mi cabeza es algo que no cabe. Entender la cadena del abuso, sentir empatía por las demás, aunque no entendamos su situación pues nunca le hemos vivido, presenta más motivos para no emitir un juicio a la ligera sobre algo tan terrible, traumático y difícil.

Es como si cada día apareciera una nueva vara para medir a quien es una “mujer completa”. En algún libro habrán leído que para ser una mujer completa hay que tener hijos, aparentemente en otro libro dice que para eso es necesario quedarse en casa a cuidarlos, y otra corriente filosófica moderna indica que hay que hacer las dos cosas, salir a la calle a trabajar y cuidar a los hijos, pero ojo: sin nana, porque tener una es ser una madre desnaturalizada, que deja que otros les críen a sus hijos. Entonces ahí vienen con “¿si no los iba a cuidar para qué los tuvo?”. Cóño si no jodieran tanto con eso quizás no los tiene.

Pero la cosa no se queda ahí, resulta que otra teoría dice que para usted ser una mamá real tiene que haber parido al muchacho, porque una cesárea no es parir, y siguiendo en esa onda, si por algún motivo usted no da el seno, hay que llamar a Alicia Ortega y quitarle ese muchacho porque usted no lo quiere.

Si por H o por R usted decide no tener hijos (o no puede), ahí es que la pintura es dura, dos tías se escandalizan, toda una congregación cristiana la acusa de hereje y las demás le sacan el cuerpo porque usted no es más que un engendro del infierno, y la bautizan como la hija favorita de satanás. Mientras le tiran la cantaleta de por qué uno “tiene’” que tener hijos, que va desde sentir el amor más grande (que no lo dudo, estoy totalmente de acuerdo, porque yo también tengo padres), hasta el infame “tú no vas a tener quien te cuide cuando seas vieja”, pasando por el “tú no sabes la cantidad de gente que quisiera tener uno y no puede”.

Si se hizo una cirugía, ¿para qué se la hizo?, en vez de gastar esos cuartos en otra cosa, que lo más seguro es bruta y/o chapeadora. Oh! Pero si sus cuartos son de ella, que los gaste como quiera. Cantidad de gente fea que yo conozco que no pueden ser más brutas y muchas otras maltramadas que chapean más que machete en conuco. No queremos que nos juzguen por nuestra apariencia, pero rapidito le caemos arriba a la que quiso ponerse las tetas.

Somos rápidas con los juicios, lentas como tortuga para ponernos los zapatos ajenos.

Es muy cómodo emitir juicios desde una posición X, porque esa fue la posición en la que usted decidió estar, o la que se metió y ahora, aunque quiera, no puede cambiar. Sin embargo, y ahí está lo bonito de la vida, cada una tiene una visión diferente, y lo mejor de todo es que cada una vive la que tiene.

Pero lo importante de toda esta reflexión, para mí, es que independientemente de la decisión que usted tome, entiendo que esta debe estar motivada por los deseos de su corazón, no por los lineamientos que cualquier sociedad haya trazado porque entienda que es lo “normal”. Si hay algo que yo tengo claro es que en este mundo no hay nada “anormal”, lo que sí hay son diferencias, y en la medida que entendamos eso quizás, de una manera consciente, juzguemos menos.

Y sí, la tijera entretiene, sobre todo en las bodas y la transmisión del Soberano, pero una cosa es el tijereo y otra muy diferente cuestionar los motivos de los demás, minimizarlos o descartarlos solamente porque usted no los comparte o no tienen un lugar alto en su lista de prioridades, que son suyas y de más nadie.

 

Llovía en Cabrera

Llovía en Cabrera

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Mientras miraba el mar desde el balcón donde amaneció un domingo y el sol no se despertó, pensaba sobre las cosas que había vivido en los últimos meses. El recordar se sentía como ver una película desde afuera, donde no se reconocía, donde veía una persona que no era. El momento en que la vida le hizo olvidar quien era para regresarla con mas fuerza, quizás lo doloroso del proceso había valido la pena, claro… siempre y cuando de nuevo no se perdiera.

Hay algo en la naturaleza que te lleva a pensar, cosas que van desde la inmortalidad del cangrejo hasta la insoportable levedad del ser, o cuestionar desde el color del esmalte de uñas hasta las mas importantes decisiones tomadas, y en ambas situaciones la duda es válida.

¿Quiénes somos para cuestionar las decisiones de los demás, y entonces pretender que es injusto cuando cuestionan las nuestras?

He aprendido a no juzgar las decisiones de vida de los demás. Nada es al azar, nada nos trae o nos lleva a un lugar sin un motivo particular. Todo lo que somos, todas nuestras experiencias, la forma en la que nos criaron, las personas que nos acompañaron, las lecciones aprendidas, todo esto está con nosotros cuando tomamos un camino, cuando decidimos por quien, y para que apostar y cuando entendemos que lo principal es encontrar de alguna manera, sin hacer daño a los demás, nuestra propia felicidad. Porque la felicidad es de uno, para uno y por uno. Es individualista, es personalista y de la misma manera que nadie puede vivir tu vida, nadie puede vivir tu felicidad.

En algún momento entendimos que debíamos vivir de acuerdo a preceptos de terceros, lineamientos sociales o credos ajenos, y justo en ese momento comenzamos a perdernos. Y aunque para volver hay que irse, no hay nada mas difícil que encontrarse una vez que nos hemos perdido. Y nos perdemos en el día a día, en el trabajo, en las responsabilidades , en las preocupaciones y en otras personas.

Alguien una vez me dijo que el perdón mas difícil es el que nos damos a nosotros mismos, y sin lugar a dudas tenia razón. No hay sensación mas grande de libertad. Quizás comparada con la libertad de saber que nuestras decisiones son nuestras y la certeza de que en el momento en el que comenzamos a respetar a los demás y sus circunstancias, aprendemos a aceptarnos más a nosotros mismos y las nuestras. Justo ahí somos más felices, tenemos más paz.

Entonces de Nuevo volví a los últimos meses y volví al café. Y volví al paisaje que tenia frente a mi y a pensar en las cosas locas que le vienen a uno a la cabeza, simplemente porque llovía en Cabrera.

Si no gano… empato.

(Una pequeña reflexión sobre mi primera participación en una protesta ciudadana)

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Hoy fui a la marcha.  La Marcha contra la Impunidad y contra la Corrupción.  Honestamente no había pensado con seriedad ir, más que nada por miedo a que se armara un juidero con uno en el medio y como la galleta y el tiro se le pegan siempre al más pendejo, pues yo en ocasiones anteriores había preferido quedarme tranquila en mi casa y ver las manifestaciones por tv o redes sociales.

Pero en esa ocasión como tenía la idea en la cabeza de hacia un par de días y la verdad es que el descaro y desfachatez con la que se están robando mis cuartos ya me tienen harta, arranqué para allá.

Mientras caminaba escuchaba consignas contra el partido de gobierno, pero la corrupción y la impunidad no son solo cosa del PLD, porque hay funcionarios de diferentes banderas políticas haciendo lo que les da su gana con el dinero que usted y yo nos fajamos a ganar de manera honesta, sea mucho o poco, pero de uno.

En un país donde tenemos tan pocos derechos que sean realmente respetados por las autoridades y las instancias gubernamentales y de poder, uno de ellos el derecho al voto, que desde que tengo edad de hacerlo nunca he faltado a una urna, porque no es solo mi derecho es mi deber ciudadano y es la oportunidad de hacer una diferencia, y el otro es el derecho a demostrar de manera pacífica mi desacuerdo.

Fue para mí un proceso interno un poco largo tomar la decision de participar, desde sacarme de la cabeza la idea de que no importa lo que uno haga los funcionarios harán lo que les dé la gana, hasta el miedo mencionado con anterioridad a que unos cabezas calientes se aparecieran a armar el reperpero.  Aunque todo el mundo tiene derecho al pataleo, entendí que mucho quejarme con mis amigos y familia, mucho hablar pluma de burro en las redes sociales, mucho decir que estoy harta de este país y que este país es una mierda, y nada de actuar en consecuencia, nada de hacer algo que pueda de una u otra manera marcar una diferencia.

Con esto no quiero descalificar a quien no participó en la actividad de hoy, al final es prerrogativa muy personal la manera en la que se asumen ciertas posiciones, y entiendo que una actividad X no va a reflejar lo que uno hace o no hace por lograr un cambio.  Se puede trabajar desde su comunidad, se pueden hacer muchas cosas que no necesariamente sean una actividad multitudinaria, para ir propiciando un cambio en la sociedad.  De hecho pienso que esto es fundamental, ayudar a tu entorno.  Lo mas mínimo que uno haga por quienes lo necesitan, construye una mejor patria y nos deja una satisfacción personal que sobrepasa cualquier límite.

Sin embargo también entendí que para que la voz del pueblo sea escuchada debemos todos hablar juntos.  Quizás las altas instancias lo vean como un capricho de un grupo particular, probablemente salgan a decir que es algo partidista maquiavélicamente orquestado por una oposición frustrada, cualquier teoría es posible.  Lo que sí me quedó claro es que hay mucha gente, de todas las edades, de todos los niveles sociales que esta cansada del descaro y la desfachatez con la que el pueblo es tratado.  Desde grandes contratos, sobornos, manejos fraudulentos, hasta aquel que tiene una «botella», nuestro dinero es utilizado como les da la gana por las personas que hemos designado para ser nuestros empleados en el manejo de la patria.  Sí, porque si usted no votó, déjeme decirle que usted también decidió.

Quizás muchas personas crean que yo perdí mi tiempo, que las miles de personas que hoy caminamos, perdimos el tiempo y que esta marcha no va a servir para nada.  Yo no, yo creo que esta sociedad está cansada, que ya se dio cuenta que si no gana, por lo menos empata.

Pequeñas Grandes Emociones

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Debemos sonreir más. La vida se nos pasa muy rápido, entre responsabilidades, planes, sueños, compromisos, caminos, desvíos y complicaciones. Y entre tanto y cuanto volvemos a añorar las cosas pequeñas.

Deseo que la vida nos siga sorprendiendo, de la manera en que los enamorados pariguayos lo hacían cuando te mandaban a la “cárcel” en un Field Day del Colegio Santo Domingo.

Que volvamos a bailar como si nadie estuviera mirando; de la misma manera en que se nos metía el alebrecamiento cuando sonaba I Just Can’t Get Enough en Neón.

Que nos llenemos de Tolerancia, de esa que nos hacía sentir alternativos, que todo era posible y que teníamos que aceptarnos como somos, al momento de escuchar The Beauty of Gray en Nuevo Mundo.

Que iniciemos nuestras semanas con la misma alegría nos movía a bailar en las sillas al sonar De Los Piés a la Cabeza en los lunes de Café Atlántico. (Sí… Maná)

Y que la cerremos cantando malas palabras y dándonos codazos para bailar en los muritos al son de Mony, Mony en Euroclub,

Que el dinero nos rinda tanto como cuando los Tom Collins estaban a 10.00 en Don Pincho, pero sin indignarnos porque los subieron a 15.00.

Sé que imposible reproducir un momento, pero sí es posible replicar sensaciones y emociones y eso es lo que deseo; porque todos de diferentes maneras, y sea cual sea tu canción, merecemos sentir y repetir la felicidad, la que viene de a poco, la que es de verdad.

Así que al volver a pensar que la felicidad llegará de la mano de grandes planes de vida, de la próxima nueva gran aventura, de ese momento definitivo que cambia la existencia, y en algún lugar de esa espera, de esa planeación estratégica, de ese “definitivismo” esperado, se nos vaya pasando la vida…. Deseo que algo nos traiga al momento, a la realidad, a la emoción del presente…. algo tan bueno como que  al llegar a casa, descubras que están friendo salami. 

Hasta que nos volvamos a ver

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En el fin de semana falleció mi abuelita, la mamá de Papi. Vió crecer sus hijos, y la vida le dio la tristeza de enterrar dos de ellos, estuvo para sus nietos, y conoció a sus bisnietos.  Me gustaría que hubiera sido una presencia más fuerte en mi vida, pero las circunstancias y el tiempo nos fueron adversos. Tuvo una vida larga, 101 años; y como decía mi prima ayer, no queda más que agradecer porque no se puede pedir más.

Aunque era un evento que en cierta medida la familia esperaba, por su edad y su salud, no deja de ser una dolorosa experiencia sobre todo para sus hijos. Ver a mis tíos despedir a su mamá con ese dolor que sólo el que pierde un padre puede experimentar, me trajo muchas cosas que hacía mucho no recordaba.

Me vi a mí en su lugar, hace 20 años; y no es un lugar bonito o placentero para estar. Viéndolo desde ahora, nunca había visto un funeral con tanta gente, parecía mitin político. Y entre tanta confusión de ver y gente y estar de un lado a otro, fue reconfortante escuchar a todo el mundo, sobre todo muchísima gente que yo no conocía, acercarse y expresar lo cool y buena onda que él era.  Nada nuevo para mí, eso ya yo lo sabía.  Me descubrí cuestionándome si todavía podría recordar su voz, y sí la recuerdo perfectamente; y su risa que era como la de Pulgoso el perro de los Autos Locos, y que daba más risa escucharla que el chiste en sí.

Hace 20 años que fui por primera y última vez a la tumba de papi, no volví porque sentía que él no estaba ahí, que él era y es más que eso y que aunque es importante para muchos tener dónde recordar a sus muertos, yo sentía diferente, porque yo lo recordaba siempre.

De seguir vivo, Papi habría cumplido en este mes de febrero 72 años; sólo vivió la mitad de años que su mamá. Aunque por ley de vida uno entiende que los papás se irán antes, nadie nunca está preparado para eso, la verdad es que todo eso es incierto,  este tiempo es prestado, nos vayamos a los 101 años, a los 52 o antes del primero.

A uno cuando está creciendo le inculcan que la única responsabilidad del ser humano es ser feliz. Y es cierto.  Sin embargo yo me iría más allá, yo creo que es importante que al dejar este plano en el tiempo que sea, la gente pueda recordarnos con cariño, con agradecimiento, con recuerdos de buenas acciones y de haber podido también hacer felices a otros, que haya historias de haber tocado otras vidas de manera positiva.  La vida puede ser muy corta o muy larga para herir a los demás, be Kind to one another como dice Ellen. Aunque creas que no haya nadie mirando, no subestimemos el poder que tiene una buena acción para con otros por más insignificante que sea, y que el cariño se demuestre siempre porque después no tendrá sentido.  Como le dijo el pana de Gladiator a Russell Crowe: “What you do in life echoes in Eternity”.

Hasta que nos volvamos a ver abuela, saludos a Papi.

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No escuchó la puerta cerrarse.

Tenía rato dando vueltas en la habitación, no recordaba dónde pudo haberlo puesto. La vida era así de distraída con ella, porque ella nunca aceptaría que la distraía era su cabeza. Había aprendido a vivir de esa forma, extrañaba cosas y entonces las buscaba, nunca pensó en las garantías que trae poner las cosas siempre en el mismo lugar. Ahí no hay perdedera, siempre en el mismo lugar, es una apuesta segura, siempre en el mismo lugar.

Se detuvo. Se tocó los senos (porque cuando uno busca algo antes de tocarse los bolsillos traseros lo primero que hace es tocarse los pechos), se revisó los bolsillos. Nada. Quizás sería bueno retroceder los pasos y ver dónde estuvo. Pensó y pensó y no podía recordar en que momento ya no estuvo en sus manos. ¡Quizás lo habían robado! ¡No, no, no!, no había chance. Sería algo que recordaría, no sucede todos los días.

Abrió cajones y busco en closets, es como si nunca hubiese existido.  Se sentó en la cama con la cabeza entre las piernas y entonces lo entendió. Nunca había estado fuera. Mientras lentamente levantaba la cabeza descubrió que siempre estuvo dentro de ella.

Ahora sí escuchó la puerta cerrarse.

Música

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Camina al son de tu propia música.

Esa que es única, que sólo escuchas tú.

No permitas que el ruido de la vida opaque su sonido, y las distracciones de la cotidianidad te confundan. Precisa que el ritmo de los demás no cambie el tuyo, que dances a tu voluntad.

Llegará el momento en el que la música de alguien, con sus infinitos contrastes se mezcle con la tuya en una cadencia perfecta, en una sinfonía de notas discordantes que rebosen armonía, creando el sonido más hermoso de la vida.

Sin olvidar nunca… caminar al son de tu propia música.

Aquí sí se Discrimina

Estereotipos

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Este podría ser mi post más superficial, o quizás no, dependerá del color de los lentes con los que Ud. lo lea.

Aquí se discrimina.

Usted lo puede poner de la manera más bonita, decir que es open-minded, y eso puede ser cierto.  De hecho me gusta pensar que salvo algunas oportunidades, yo acepto o intento aceptar las personas como son.  Pero incluso yo no estoy exenta en algunas oportunidades de tener juicios errados y disfrazarlos de “tener una opinión”.  Es en esas oportunidades que pongo frenos torpedo y me auto-examino.  Pero pasa… eso pasa.

Últimamente he visto casos y hechos cada vez son más frecuentes de personas allegadas que de alguna u otra forma se han sentido juzgados y han sido maltratados por su apariencia, forma de pensar, orientación e incluso género.  No sé si la cosa está peor o que ahora la gente ya no tiene miedo a compartir esas experiencias que antes les hacían sentir vergüenza.  El mundo está cambiando, y el miedo a denunciar se está perdiendo.

No todos podemos ser como mi amiga la Pinta (Patricia), que acepta a todo el mundo, que maneja el umbral de la belleza más amplio que conozco, para Pat nadie es feo, ella siempre le encuentra lo lindo,  puede ver belleza en todas partes.  Créanme, cuando Patricia dice que alguien es feo es porque no hay remedio, y creo que muy pocas veces lo he escuchado.

Voy a generalizar, porque es más fácil y porque no tengo una estadística para comenzar a tirar números y porcentajes, pero aquí se discrimina por color de la piel, cabello (sea la textura o el color), el carro en el que usted anda, los zapatos que se puso (sí, discrimino a todo el que tenga más de 15 años y ande en la calle con unos crocs sin ser médico o chef), por los tatuajes, el apellido, si es feo, por su orientación sexual, posición económica y hasta sector donde vive, así como  una infinidad de cosas que  no deberían ser parámetro para nada.

Aquí en este país (porque yo vivo aquí, es la sociedad que me nutre… o desnutre, depende cómo lo vean), se discrimina por todo.  Estoy segura que en otros lugares también, en muchos.

Hace un par de años luego de caminar incansablemente por NY el día entero y sin haber parado a comer, mi esposo y yo (en aquél entonces, novios), ya rendidos del hambre y cansancio entramos a un restaurante que por fuera no decía nada, pero que al entrar sorprendía.  Para ilustrarlos, todo el que estaba ahí estaba trajeado o con ropa de trabajo, imaginen un after-office de gente tipo Wall Street, bueno… así.  Y nosotros  con el hambre y el cansancio reflejado en la cara, jeans rotos, tennis y Hoodies; y una hostess impecable que nos hace la temida pregunta: “Tienen reservación?”. De inmediato pensé «mierda, nos van a rebotar».   Al responder que no, su respuesta fue una amplia sonrisa y un “that’s ok, we’ll find you a place”.  Debo decir que en pocos lugares me han tratado tan bien, así con la cara brillosa de no haberme bañado en todo el día.  Ojo: No digo que allá no discriminan, porque claro que sí!  Pero en ese lugar en específico, no fue así, y eso marca una diferencia que todavía hoy la recuerdo.  La gente siempre recuerda cuando la hacen sentir bien.

He estado en ambos lados del prejuicio del peso, he sido flaca como maría-palito y grande como Nedoca de dos puertas, y el trato en ambos extremos es diferente.  No me refiriero sólo a los hombres, de hecho siempre he pensado que en la mayoría de los lugares los hombres brindan un mejor servicio, no matter what, y yo trabajo brindando servicio, yo hablo con base.  Las mujeres te miran de arriba abajo y es probable que aunque tu autoestima sea de hierro y andes regia, esa mirada te haga cuestionar si saliste con el ziper abierto o si tienes los dientes llenos de pintalabios.   Suena feo, está mal que yo lo diga pero tuve la “suerte” de que  Dios no me hizo fea, me dio los cabellos “buenos” y el presupuesto para ser rubia, porque si cuando estaba como Tinaco de 500 Gl,  hubiera sido fea, me habrían puesto a hacer más filas que un día de cobro en Orange.

Este complejo de Guacanagarix todavía lo tenemos tras las orejas, al igual que el negro, como dicen en el campo.  Aquí el trato cambia cuando se es blanco, rubio y con los ojos de colores (porque el marrón y el negro aparentemente no son colores).  Aunque usted sea de los rubios de Constanza, esté más ruyío que salami colgando en colmado, y todavía tenga los cadillos en los pantalones, es probable que hasta alfombra el tiren para que camine.  Y sin embargo todos los blanquitos del mundo vienen a playas caribeñas a freírse en el sol a ver si cogen nuestro colorcito aceitunado, moreno hermoso.  Como dicen los gringos: The grass is always greener…

Recuerdo que duré como 9 meses antes de mostrar tatuajes en la oficina.  En cierto sentido esperaba que mi desempeño estuviera «probado» antes de mostrar semejante atrocidad en mi lugar de labores, y que la percepción de la gente cambiara.  Nunca cambió.

Siempre he querido tener el cabello largo y rizado, como Fátima la de La Reina del Sur o Jade la del Clon (la versión Brasileña, que la otra fue un tollo), y no me crece ni se me riza.  Y todas las chicas con el pelo rizado pasándose un Avlon cada tres semanas; y lo peor de todo: Muchas no quieren hacerlo.  En este momento, y desde hace meses,  quisiera tener el cabello morado, así como el tono de Kelly Osbourne, pero cada vez que pienso en lo mucho que me gusta cobrar los 15 y los 30, se me pasa.

No voy a mencionar lo de la orientación sexual, para mí una de las cosas más estúpidas del mundo.  Qué importa con quien usted se acueste en la noche o  de quien se enamore, si el amor es tan bonito.  Por qué sólo reservarlo para unos cuántos? A usted quién le dio el privilegio de decidir quién puede y quién no puede vivir el amor?  Cómo va a afectar eso sus cualidades como persona?  Es tonto, es inexplicable.

No es lo mismo llegar en un Picanto que en un vehículo del  año, preferiblemente Jeepeta y carro largo de lujo a un restaurante de esos de moda.  Porque el Valet lo va a mirar como si hubiera llegado en un Lada del 82, tomará las llaves con los dedos de las manos extendidos, arrugará la cara como si jediera, y lo más seguro le deje el carro mal parqueado.  Si por el contrario llega en un Mercedes CL-Class 2015, ese hombre va a brincar de la silla, va a quitar a todo el mundo del medio y removerá dos conos mamey que tiene guardando un parqueo VIP al ladito de la puerta del local; y se dirigirá a usted como  “jefe”, “comando”, o “dama”.

En otras sociedades, ser artista es algo celebrado, es exaltado, impulsado y motivado desde temprana edad.  Aquí ser artista  es un reto, un reto para demostrar que no se es un vago que quiere vivir del cuento.  Se les inculca a los niños a buscar un trabajo de verdad, a tener una profesión y entrar en un molde que no es propio.  Se les reprime el espíritu.  Qué no diera yo para poder vivir escribiendo!?!

Sin embargo, todo esto se cae si usted tiene dinero, y me refiero a mucho.  Si es así se va a pasar por alto todos esos detallitos insignificantes como que usted tenga una “lavadora”, o sea un lobista de criminal altamente conocido.  En dicho caso hasta las familias de abolengo aparecerán abrazándole en alguna foto en medios sociales, aunque a puertas cerradas lo desprecien, pero la necesidad tiene cara de hereje.

Deseo y espero que eventualmente todo esto cambie, tengo mucha esperanza porque mi generación sigue despertando.  Es una labor difícil y que necesitará varias generaciones, pero no es imposible.  Es un trabajo fino que debe comenzar en casa, inculcando tolerancia y respeto frente a las diferencias, y apreciación frente a la vida y sus matices.  Pero “en el mientras tanto”, en lo que el hacha va y viene… si usted tiene la desdicha de ser fe@, gordit@, de tez oscura, llego al restaurante en un Corolla del 91, no tiene onda, su apellido es Martínez (y no sigue con Del Orbe), nada más que se jodió.

Me estrené con UBER

File illustration picture showing the logo of car-sharing service app Uber on a smartphone next to the picture of an official German taxi sign

Por lo general yo voy a la oficina en Taxi, así que cuando me hablaron de Uber y vi la interesante propuesta y las tarifas estimadas que tira la aplicación, por supuesto que estaba loca por solicitar uno.

Y esta mañana por fin encontré disponible! La verdad es que tenía alrededor de una semana tratando de ubicar uno y no encontraba vehículos disponibles en las áreas donde estaba (los solicité desde tres locaciones diferentes). Debo decir que en contraste con los taxis regulares, tiene sus muchas ventajas.

Lo primero es que no hay intercambio de efectivo. O sea que se acabó el pararse en una Bomba a cambiar dinero porque el Chofer no tiene menudo. Aunque uno le pague con 500 pesos y la tarifa sean 250, ellos “no tienen menudo”.

Garantizan que te enviarán un vehículo en excelentes condiciones, con aire acondicionado.  No hay miedo de que se te vaya a romper la ropa, que el asiento esté mojado, que los cristales no bajen y que el aire «ayer mismo se dañara».

Una de las cosas que más me gustó es que no hay que llamar, usted solicita en la aplicación y ellos le informan si tienen vehículos disponibles y cuál vehículo lo estará recogiendo (informando el número de placa, marca y modelo del mismo), así como el nombre del conductor. En la aplicación uno sigue el trayecto del vehículo hasta que se encuentra en la puerta de tu casa, dándose cuenta si está metido en un tapón, y en qué tiempo estimado llega. Así se evita uno salir a la puerta de la calle, arriesgándose a un atraco oportunista, parada como una vela a esperar que llegue un taxi que dijo hace 15 minutos que llegaba en 3, y que cuando uno llama a la base le dicen “dele un minuto” y uno le da 5 y nada de aparecer.

Al llegar el vehículo el conductor se desmontó, verificó que yo era la persona a quien venía a recoger y se presentó. Para mí es muy importante la seguridad, y además esto evita que el vehículo sea abordado por un pasajero equivocado. Yo creo que aparte de estas formalidades lo único que el conductor, quien de paso estaba muy formalmente vestido, (cero camisillas y pantalones en las rodillas), sólo me hablá para preguntarme qué tipo de emisora prefería escuchar y algunas cordialidades.  Lo que está muy bien porque odio que me pongan tema.

Luego de mil tapones y llegar a la oficina, en la aplicación el conductor da por terminado el servicio y el sistema ofrece la tarifa a pagar, la misma es cargada automáticamente a la tarjeta de crédito. Una maravilla.

Sin embargo me atrevo a dar un par de recomendaciones para quienes deseen usar el servicio:

  1. Si vas a distancias largas en horas pico, donde todas las rutas son tapones eternos, como yo que tengo que atravesar la ciudad para llegar al trabajo, te recomiendo pedir un taxi regular, un taxi regular te va a cobrar la tarifa X, sean 200 o 250 pesos, ya sea que dure 25 minutos o 1 hora para llegar. Puede que al taxista se enoje y se pase el viaje entero tirando chuipis, arrugando la cara, y zapateando en los semáforos, porque usted va muy lejos y porque los tapones están en todas partes, pero al final le va a cobrar la tarifa de la base. Yo hoy pagué el doble de lo que pago en un taxi regular en el mismo trayecto a la misma hora.
  2. Si vas a solicitar el servicio, no esperes la última hora para hacerlo ya que como no hay muchos vehículos registrados, puedes durar un buen rato hasta que encuentres alguno disponible.

Intentaré tomarlo de nuevo en otra hora y la misma distancia para ver qué tanto es la diferencia en precio, cuando el tiempo es menos. Mi viaje de esta mañana fue de 59 minutos.

La verdad es que aunque pagué más de lo esperado/estimado, no me arrepiento de haberlo hecho pues fue una experiencia muy diferente a las cuerdas que normalmente yo cojo con los taxistas.

Esta mañana viajé con Enrique en un Kia, pero no recuerdo el modelo.  Recibí un muy atento servicio y altamente recomendado.

El Que No se Puede Tirar, Que Se Jondée

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Hace unas semanas tuve mi primer trabajo, podríamos decir “grande”, como parte de un proyecto personal que estoy iniciando. Y aunque sé que puse todo mi esfuerzo, y que trabajé lo mejor que pude dadas mis capacidades, me quedaba cierta duda del nivel de satisfacción del cliente, sobre todo porque era la primera vez que me tocaba trabajar con él, y es muy importante retenerlo. No fue hasta que recibí una retroalimentación positiva que me sentí totalmente contenta con el trabajo.

No es que no me encontrara satisfecha, porque sé que estaba bien, sin embargo es muy diferente la energía que uno siente cuando recibe retroalimentaciones positivas de los demás.

Cierta incertidumbre se crea cuando se inicia algo nuevo, y muchas veces uno se deja envolver en la ansiedad que crea el miedo y no toma acción. Pero no tomar acción, ES tomar acción, se toma la opción de no hacer nada y pues… nada pasa.

El miedo es una cosa que puede paralizar hasta al más “duro”, si se llega a experimentar, y a todo el mundo le ha pasado eso en algún momento, que no sabe qué hacer o simplemente decide no hacer nada frente a una situación X.

Particularmente, yo ODIO los libros de autoayuda. Me parecen redundantes y en realidad sólo dicen cosas que uno ya sabe o se imagina, ya sea que lo aplique o no. Entonces me parecen aburridos. Es como el existencialismo (para mí, claro), me estresa. Cómo puedo pasarme una semana leyendo sobre el significado de la vida como que le saca la emoción a vivirla. Así que por favor, no vean estas líneas como algo parecido porque no lo es.

He aprendido a ver el miedo como “un indicador de importancia”, si no me da miedo, entonces no es importante, carece de importancia para mí lo que pueda ganar o perder, por lo tanto no es motivador, no es retador. El miedo me indica cuando algo es importante para mi, para mi seguridad, para mis necesidades.

Hay gente que habla de que no le tiene miedo a nada, como mi amiga Violeta, que sólo le tiene miedo a las cucarachas, y no la culpo, yo también, yo puedo rajarme a dar gritos mientras salgo juyéndole a una. A veces quisiera ser así, porque al final la gente así es la que todos perciben como Valientes.

Sin embargo yo creo que existe otro tipo de valentía, y es esa que resulta de actuar a pesar del miedo. La determinación de no sentarse a esperar que llegue el coraje, sino ponerse la cachucha para atrás y meter mano. Hay algo que uno nunca podrá controlar y son los resultados, por eso es que uno tiene que olvidarse de cuáles serán, y enfocarse en el trabajo que tiene por delante, ya sea algo personal o laboral, dejando de lado los posibles resultados, porque al final si no logras lo que te has propuesto es 100% seguro que terminarás siendo mejor persona que cuando comenzaste. Como escuché a un gringo decir: You gotta get through it, to get to it.

Es bueno rescatar eso que siempre quisiste hacer y por algún motivo lo tienes en una gaveta de tu cabeza, dale un chance e inténtalo, podrías no llegar a nada, pero podrías lograrlo. En cualquier caso lo que sí es seguro es que te brindará una gran satisfacción el haberlo intentado. Aunque sea algo tan sencillo como tirarse de los 27 Charcos de Damajagua, el valor es algo que le das tú.

Así que sea cuál sea tu proyecto: un nuevo trabajo, estudios, nuevas responsabilidades, aprender a bailar, emigrar, iniciar un nuevo régimen, aprender a nadar, o incluso a tejer; si sientes ese miedo que amenaza con dejarte en tu zona de confort y no te permite lanzarte, hazlo… porque si lo sientes, definitivamente es importante.

Como diría Doña Josefina: El que no se puede tirar, que se jondée.

Una Historia Corta.

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Yo comenzaba mis vacaciones hoy.

Corrigiendo, debí comenzar mis vacaciones hoy.  Pero no.  Yo privo en buena gente y un cliente me pidió unos reportes, algo que al fin y al cabo no era mi responsabilidad, sin embargo ese sentimiento de responsabilidad que a uno se le mete, a veces la jode.

Dando vueltas en la cama se me hizo tarde, así que no pude desayunar.  Mientras tranquilamente me preparaba un sándwich en la cocina, pensaba en que sólo era un día más y que ya mañana me iba a despertar a la hora que me diera la gana.  Aunque todo el mundo sabe que eso es mentira, cuando uno sale de vacaciones el reloj biológico lo traiciona y por lo general uno viene a despertarse tarde justo dos días antes que las vacaciones se terminen.

Eso sí, que me preparé el real pan. A ustedes les ha pasado que se están preparando el desayuno y cuando terminan ven que sólo queda un chin de jamón y piensan  “nadie se va a comer ese chin”, así que agarran y preñan el pan que casi no cierra?  Que uno no quiere ni ponerlo en la tostadora para que el queso no se le salga?  Pues eso pasó.

Concho, ya no me va a dar tiempo terminar de arreglarme.  Metí  el sándwich, los aretes y el collar en la cartera. “Eso yo me los pongo cuando llegue”. Y con el celular en el bolsillo salí de mi casa.

No los vi llegar, no sentí el motor, por mi madre que venían con el motor apagado porque ni un susurro se escuchó. Me quedé fría, que digo fía, me quedé tiesa. Me dijeron que les diera la cartera y se la dí.  Me dijeron que les pasara el reloj y extendí el brazo, me lo quitó el que se desmontó, no se me olvida la cara de ese desgraciado, con su poloshirt blanco y la gorra roja.  Mi reloj nuevo que yo misma me regalé de cumpleaños.  Un reloj caro, no un Swatch de esos que tiene todo el mundo.  No, yo me había regalado un relojazo.  Uno que ahora iba a tener en su muñeca una tierrita mujer de atracador, de sabrá Dios que Barrio adentro, para ponérselo y sacarlo a pasear a un Drink de mala muerte, donde  nadie sabe lo que es eso y todo el mundo va a pensar que es una réplica.

Así como llegaron, sin hacer ruido, se fueron.  Y yo me quedé ahí en la acera.  Todavía fría, que digo fría, tiesa.  Pasaron unos segundos y pude respirar, se me aflojaron las piernas, y comencé a llorar mientras pensaba en la suerte que tuve que no me dieran dos galletas o me pegaran un tiro.

Yo, que comenzaba mis vacaciones hoy, me senté en la sala de mi casa esperando que se me pasara la impresión.  Y es que uno piensa que esas cosas nunca le pasarán…

*sigh* …   lo peor de todo era que se habían llevado mi pan.

(Una Historia Corta, parte de mis tareas del Curso de Escritura Creativa. Basado en un hecho real sucedido hace aproximadamente 4 años)

La Poesía no es lo Mío

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Como parte del curso de escritura creativa que estoy tomando, nos han puesto varios ejercicios tanto para despertar la creatividad, como para descubrir cuál genero es el tuyo.  Y he descubierto esto:  My Poetry Sucks… big time!

La gente dice que el arte es relativo, pero cuando yo misma digo que no es para mí es porque considero que me quemé.  En este ejercicio teníamos que utilizar 20 palabras y con ellas realizar primero un poema de no más de 16 líneas y luego un escrito en prosa de no más de 300 palabras.  Sin meditarlo mucho, sino lo que saliera de la pluma… en este caso del teclado.

Lo primero es que duré como dos horas para poder escribir el poema más cursi y baboso de la bolita del mundo.  Y alrededor de dos minutos para escribir el relato en prosa.  Que dicho sea de paso, si me tomo dos horas para escribir el relato, habría sido un escándalo, porque es muy básico.

Me quedo con la prosa, ésa, como la diarrea… sale sola.

Para muestra:

Intentar,

Iniciar la gran lucha hacia la grandeza

A la que se llega con la evolución del espíritu

La que marca la diferencia entre el ser y estar.

Poner el mayor esfuerzo en cada paso

Desarrollar ilusiones y trabajar sueños

Superando la vida cuando es oscura

No esperando, sino luchando.

Sembrar amor en el camino

Buscar el éxito en nosotros mismos

Llenando de esperanzas los deseos.

Con riesgo a caer en lo mismo.

Tomar impulso de la travesía

Ver el bien en cada esquina

Entender que el destino es impredecible

Sólo depende de lo que tú conquistes.

Estaba sentada en la puerta de la casa, viendo un mango madurito que se mecía con la brisa que hace en Semana Santa.  Aguantando el deseo de pararse.  Pensaba que si intentaba alcanzarlo y tomaba impulso para brincar quizás podría, pero era más la lucha que iba a coger que el esfuerzo que ameritaba dejar la silla.

Era una silla de guano, de esas que hacen en el campo, de las que significan el trabajo  de amor de los artesanos de pueblo;  aquellos que ahogan sus sueños de grandeza en el Sol de las 6, y entierran las ilusiones del espíritu en el ron de las 7 pero sin éxito.  Y es que al amanecer la esperanza les juega una mala pasada, y de nuevo sueñan y de nuevo se ilusionan

Pensaba en las muchas horas que había pasado día tras día en la misma silla, viendo a las personas cruzar el camino. El desarrollo todavía no ha llegado a este paraje olvidado del mundo. La evolución detuvo su travesía en los límites de la comarca. Aquí todo pasaba y todo se repetía.

Era fácil imaginar que nos quedaban años largos detenidos en el tiempo, la superación no existe cuando el alma se conforma. El destino se vislumbra rancio, cuando ni siquiera el hambre tiene éxito en hacernos mover y alcanzar un mango.

Un Día

(Un pequeño disclaimer: Es la primera vez que escribo sobre esto porque siempre ha sido algo extremadamente persnal, lo he hecho de una manera ligera, sin intención de faltarle el respeto a un tema que es en extremo personal, pero sobre todo un asunto serio)

Un día dejé de comer.  

Pero no fue algo que yo planeara, no fue algo consciente, fue producto de muchos disparates que a uno se le meten, pero de una forma en la que uno no se da cuenta, así que para mí, fue una cosa como natural.  No fue por un par de días, ni por un par de semanas, fueron meses.

Yo podría pasarme el día sólo con un platanito en el estómago, ah! Y una coca cola light, por supuesto.  Pero si iba a salir no comía nada.  Si iba a un restaurante, “batía la comida”, le repartía de mi plato a mis compañeros, para que lo “probaran”  y el chin que quedaba en el plato, lo regaba… para que se viera poco.  O en su defecto pedía un postre… son pequeños y por lo general se comparten.

Un día me enfermé.

Eso sí, que estaba muñeca – muñeca, en el chásis.  Pasaba por largos períodos de estreñimiento, y me refiero a largos períodos, o sea cinco días, una semana.  Para luego caer en largos períodos de diarrea total, que cualquier cosa que ingería era directico para el baño.  Pero yo lo veía normal.  Tuvieron que extirparme la vesícula, no tengo idea de si eso tiene algo que ver.  Meses después me comenzaron unos dolores de estómago, alrededor del ombligo, pero no era como dentro del estómago, era como fuera, como un dolor muscular.  Yo asumí que eran producto del gimnasio.  Hasta que meses después, un lunes de Julio el dolor me dobló, me tumbó de una manera que no me pude levantar de la cama.  Y ahí comenzó todo.

Un día me internaron.

Y duraron dos días pasa saber qué era lo que yo tenía.  Y me pusieron una sonda nasogástrica, que es la vaina más incómoda del mundo, sobre todo porque te meten ese tubo por la nariz que va directo al estómago… sin anestesia.  Y cada vez que esa vaina se movía, uno veía er diablo. Además me rompió la nariz en dos.  Mi naricita tan linda que yo tenía (bueno, la sigo teniendo, pero ‘tá medio pandiá de un lado). Resulta que tenía una oclusión intestinal.  Imagínese usted cuando una manguera se enreda, pues más o menos así tenía yo el intestino… lo que no recuerdo ni pregunté era cuál de los dos, si el grueso o el delgado.  El caso es lo mismo, ello había un nudo y no cualquier nudo.  Por lo que procedieron a abrirme como un pavo a rellenar, y a desenredar ese problema.  Y el día que me fueron a ver Paola y Joan y Alberto, ese mismo día, me volvió a dar un Yeyo.

Un día casi me muero.

Porque aparte de que el malcomío no piensa, resulta que tampoco puede resistir cirugías.  Mis niveles de proteínas eran inexistentes, yo parecía una salamanqueja, yo creo que ya había llegado a mi peso más bajo que fueron 109 lbs., yo creo que ya me había muerto y nadie me lo dijo.  Se armó el juidero para buscar sangre, porque tenían que ponerme.  Me quitaron el suero del brazo y me pusieron una “línea central” o cateter venoso central en la parte superior del pecho, casi en el cuello, porque había que alimentarme de alguna forma. Y un nutricionista preparaba mi “comida” y me la ponían por ahí también.

Un día me llevaron a cuidados intensivos.

Y yo comencé a llorar porque entre dormida y despierta escuchaba al doctor hablando de que había que hacerme una transfusión.  Entónces apareció una jeva, Rosa se llamaba.  Y llegó a mi habitación diciéndome que ella trabajaba en la clínica y que había visto mi nombre en admisiones, y recordó que ella me conocía porque también trabajaba en la misma empresa que yo.  Pero yo no me acordaba de ella.  Me habló y me habló hasta que me tranquilizó.  No la volví a ver.

Pasé 8 días ahí.  Entre dormir y despertar. Entre escuchar los chismes de las enfermeras. Tratando de no moverme porque la sonda nasogástrica se movía al rozar el oxígeno, y eso me daba náuseas.  Eso si es incómodo, tener oxígeno puesto, es como si te soplaran en la nariz.  A veces cuando las enfermeras no veían, me los quitaba.

Un día soñé cosas extrañas.

Soñé con los muñequitos de mi infancia.  Soñé que papi estaba acostado al lado de mí, y me pasaba la  mano por la cabeza.  Es curioso, yo no le veía la cara, porque estaba acostada sobre su pecho, pero sí tenía una camisa de cuadritos chiquitos azules y blancos, y unos pantalones oscuros con zapatos negros.  Digo que soñé, pero me gusta pensar que estuvo ahí.  Tuve un sueño erótico con una compañera de trabajo, si pongo el nombre me mata, pero no era que yo estaba con ella, era que ella estaba con alguien y yo los veía.  Yo creo que los medicamentos son una vaina del carajo, porque entre sueños extraños, alucinaciones y jugar haciendo subir unas bolitas aspirando por un tupo, se me pasaron los días.

Un día yo me tiré un peo.

Sí, una semana después de la cirugía yo me tiré un peo. No se rían, que es algo muy importante.  Fue el momento más esperado por las enfermeras, hubo gritos de alegría en cuidados intensivos y llamadas frenéticas al médico.  Pero lo chulo fue cuando algunas horas después hice pupú. Nada más faltaron globos y pancartas.  Resulta que eso fue la demostración de que mis intestinos estaban funcionando y de que estaba saliendo de todo poco a poco.

Un día me fui a mi casa.

Parecía una Tortuga Ninja cuando me fui, inflamada.  Con más medicamentos que botica popular.  Con más indicaciones que una dirección en Waze.  Con una deuda parecida a la externa (en este país uno no se puede enfermar), con una familia que son mi apoyo incondicional, sin ninguna pregunta qué hacer,  que sólo dos meses después me dijeron que ellos pensaban que yo de esa no salía, pero que no me dijeron nada para no preocuparme.

Un día entendí algunas cosas.

No importa que usted sea redondito, llenita de amor (como dicen), que llame a su amiga Mayra todas las noches llorando porque le hayan dejado el ombligo que parece una alcancía (porque tú tenías ese ombligo bien lindo). Lo importante eres tú, nadie debe pretender fijar tu valor en lugares donde no hay valor alguno.

Un día yo estuve bien.

STAY HEALTHY AND BE SAFE.

Las Crónicas de Lola: Conociendo La Casa

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Después de empacar alguna que otra ropita, porque tenía la Esperanza de que en ese fin de semana el uso de ropa fuera poca, limitada y prácticamente inexistente, Lola se prepara para irse, por primera vez, de fin de semana fuera de la ciudad con su varón que le movía la alfombra y que le mandaba emails bonitosos a las 5am.

Pero como no todo es lindo, como el diablo no duerme nunca… ese día en el trabajo hubo menú mejicano.  Esto quizás no le diga mucho a mucha gente, pero nunca se debe comer aguacate, habichuelas, cebolla y crema agria ante de una cita romántica, eso es un NO grandísimo, eso es una bomba de tiempo.  Pero la vida es así y Lola se abrochó sus tacos.

Llegando al lugar de la escapada romántica se comienza a sentir ese cosquilleo en el estómago, esa sensación que te hace pensar que no hay mañana, que va a explotar y no de alegría.  No nos confundamos que no era amor… era un cólico.  Pero no uno cualquiera, una cosa tipo terremoto de 7.5, y con réplicas.

El asunto es que hay que fingir.  Con tan poco tiempo de salir, uno no puede demostrarle al pretendiente que uno va al baño, es más el pretendiente debe pensar que uno tiene el behind de lujo, para que no se le caigan los panties, y que cuando uno hace pipí las hadas la secan con un abanico.  Luego habrá tiempo para ese tipo de “coloquialidades”.  Pero ahora mismo, en ese instante, NO.

Oh Sorpresa! El novio se ofrece a preparar la cena: una lasagna mejicana, que no es más que los ingredientes de la lasagna pero con tortillas en lugar de pasta, y muuuuucho bacon, mucho, mucho, y mucho.  Y Lola con la sonrisa forzada y las piernas apretadas sólo pudo decir “qué rico!”, mientras pensaba “esa me la como yo aunque amanezca con suero en la UCE de San Pedro, porque a este hombre no le reboto yo una comida ni loca, mejor que me intuben”.

Mientras exploraba la casa, buscaba con desesperación un baño y el único que está en la planta baja está al lado de la cocina, así que de inmediato queda descartado, en caso de que se presente un espectáculo sonoro, porque no hay nada más imprudente que el cuerpo humano cuando uno quiere que se comporte con discreción.

Con la excusa de subir los bultos, al llegar a la planta alta, subiendo los escalones de dos en dos, con dos bultos y unos tacos guay mi mai, se tranca en uno de los baños. Y de repente todas las pesadillas que uno pudiera tener se hacen realidad, y no me refiero a que entró un asesino en serie con una máscara de Hockey, tampoco me refiero a que apareció una cucaracha voladora (que dicho sea de paso es la pesadilla más atroz)… Me refiero al “click” que hace la palanquita del baño, seguido por un silencio inusual … “ Mierda!! No hay agua!!!”.

Es en esos momentos de crisis que la mente se pone creativa: abre la llave del lavamanos y nada.  Le quita la tapa al tanque del inodoro y está sequecito, como última opción abre la ducha y comienza a salir un hilito de agua.  Bien! Pero y ahora? Lola no puede bajar a buscar una cubeta… su caballero andante se va a dar cuenta, y antes muerta.  Mira a todos los lados desesperadamente y le quita la funda al zafacón, lo mete en la bañera y comienza el leve llenado que duró como 10 minutos, pero bien que se sintió como una hora.  Pero al final el plan, la espera y la desesperación valió la pena, se resolvió el problema.

Yo creo que Lola en su vida nunca había sudado tanto, nunca! Ni cuando se fue sin desodorante al gimnasio y tuvo que llenarse los sobacos de Glade, había estado tan nerviosa.  Luego de agarrar un chin de aire, baja a la cocina con la cara risueña y livianita.

– Lola, tenías rato allá arriba, pasa algo?

– No… Conociendo la casa.  Muy bonita. Muy bonita.